Con la imaginación desbordada y teniendo como herramienta sus manos, artesanos mexicanos elaboran los llamados mosquetones o rifles de madera que engalanan los carnavales mexicanos a la hora de detonar pólvora en cada una de sus danzas.
En el municipio de Huejotzingo, ubicado en el central estado mexicano de Puebla, se vive en febrero de cada año uno de los carnavales más grandes de Latinoamérica, y los habitantes de este municipio se han convertido en sus principales protagonistas, no solo por participar en él, sino por la elaboración de una herramienta fundamental.
Los mosquetones son piezas talladas en madera, los cuales simulan un rifle, el cual va decorado con diseños prehispánicos y recuerdan la historia de México. En su interior llevan un sistema de metal que ayuda a introducir la pólvora y después detonarla.
David Montes Rueda, carpintero de Huejotzingo compartió con EFE que lleva 20 años dedicándose a la elaboración de mosquetones, gracias a la enseñanza de su padre, y desde niño puso en práctica su conocimiento al elaborar sus primeros rifles para los integrantes de su familia quienes participarían en el carnaval.
Refirió que mientras los elaboraba un cliente le dijo que si le podría hacer uno y él aceptó, sin imaginar que dejaría la carpintería para iniciar un taller familiar, el cual se dedicó a la creación y diseño de mosquetones que tienen auge durante todo el año y no solo en esta temporada.
El artesano comentó que al principio toda su venta era local, sin embargo turistas extranjeros que visitaban al municipio en las fiestas mundanas o fiestas previas a la Semana Santa preguntaban donde elaboraban esas “armas”.
Así, los extranjeros comenzaron a comprar mosquetones para tenerlos como adorno en sus casas.
“Sé que mis trabajos se han llevado a Nueva York, Connecticut, Filadelfia, Indianápolis, Nueva Jersey, debido a que la comunidad mexicana ha expandido la tradición del carnaval en las fronteras”, apuntó.
Elaboración artesanal
David detalló que el paso más importante es la selección de la madera, ya que tiene que ser la más resistente, en este caso él siempre selecciona el roble pues, dijo, aguanta los impactos de la pólvora.
Una vez que se tiene la materia prima se comienza a trabajar. Primero, explicó, se pule la madera para que quede totalmente lisa, es decir, sin ningún borde que afecte su manipulación.
Como segundo paso se traza sobre la ladera la forma de “L” y se comienza a calcar o dibujar a mano el diseño a elaborar, una vez que se tiene la idea plasmada se traslada a la cortadora de cinta con la finalidad de eliminar los trozos de madera que sobran.
Posteriormente con una máquina manual se comienza a dar profundidad a las siluetas y formas que tiene la imagen.
Luego se pasa al pintado y decorado, el cual está a cargo de su esposa, quien en algunos casos se va guiando con imágenes de internet o que le llevan impresas los clientes, aunque en ocasiones imagina el diseño y comienza a darle vida a cada modelo.
El último paso es detallar con los herrajes y mecanismos de detonación y darles brillo para que den una mejor imagen.
Un elemento costoso
El artesano compartió que los costos de estos artefactos van desde los 5 mil 500 pesos (unos 290 dólares) hasta los 10 mil pesos (527 dólares), que es el más caro que ha realizado, pero todo depende de lo que pida el cliente.
Los tradicionales mosquetones son de menor costo y son los que llevan plasmados o tallados un sapasor, turco, indio, apache y dragón, ya que son representativos del carnaval y los que más piden los danzantes.
Con información de EFE