No importó el clima, la lejanía o la espera de horas, los simpatizantes más fieles del presidente Andrés Manuel López Obrador llenaron el Zócalo de la Ciudad de México, convocados por el Ejecutivo a la ceremonia del 85 Aniversario de la Expropiación Petrolera.
Aunque el evento iniciaría a las cinco de la tarde, desde muy temprano una marea de gente ataviada del tan distintivo color guinda empezó a llenar las calles del Centro Histórico, provenientes de casi todos los estados de la República mexicana, aunque destacando por su algarabía Zacatecas, Estado de México, Guerrero, Veracruz, Sinaloa, la misma Ciudad de México y, por supuesto, Tabasco.
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Niñas, niños, jóvenes y adultos apresuraban el paso, ya sea que vinieran de uno de los múltiples camiones que se estacionaron en las vialidades de la alcaldía Cuauhtémoc, en automóvil particular o en alguno de los medios de transporte de la capital mexicana, pues todos esperaban alcanzar un buen lugar para ver al presidente.
No eran aún las tres de la tarde cuando Plaza de la Constitución ya se encontraba llena. Afanados en tener la mejor visibilidad al escenario instalado frente a Palacio Nacional, la gente se apretaba y cercaba el espacio conquistado con bancos, lonas y hasta cables, aunque, eso sí, siempre dando preferencia a los adultos de la tercera edad, que parecían ser mayoría.
Ya sea por su profesión, sindicato, entidad de procedencia o etnia, los distintos contingentes se identificaban con carteles. Las leyendas “AMLO, aún no te vas y ya te extraño”, “Gracias AMLO” y el típico “Es un honor estar con Obrador” se podían observar en las pancartas. Muñecos del presidente, botargas y hasta piñatas también se dejaron ver.
Asimismo, los asistentes aprovecharon para mostrar su apoyo al presidente con mensajes a favor del Plan B de la Reforma Electoral, en contra de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE), así como de la Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña, de quien exigieron su destitución e incluso hicieron una figura caricaturesca de papel, la cual sostenía dos bolsas de dinero con la palabra “rata” en ellas.
Tras horas de espera, de un potente sol, primero, y una lluvia intermitente, después, los fieles simpatizantes permanecían en sus lugares. Sin padecer tanto, los otros fieles al mandatario empezaron a llegar y a tomar sus sillas, dispuestas a lo largo del escenario.
Manuel Bartlett, titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Leticia Ramírez, secretaria de Educación Pública (SEP) y Luis Crescencio Sandoval, titular de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA) fueron de los primeros en arribar.
Posteriormente, las “corcholatas” también hicieron su aparición: entre sonrisas y apretones de mano, Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores y Adán Augusto López, secretario de Gobernación, ocuparon sus lugares.
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La espera, tanto para los que estaban abajo en la plancha, como para los que estaban arriba en el escenario, se vio recompensada cuando, alrededor de las cinco, Andrés Manuel López Obrador salió de una de las puertas de Palacio Nacional.
Las ovaciones se dispararon y el Zócalo se cimbró con las voces de los miles de seguidores de AMLO. Durante su discurso, no importó el tema que tocara —que si el Tren Maya, que si el súper peso, que si la soberanía energética, que si García Luna y que si las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no entrarían a territorio nacional—, pues todo fue aplaudido por los de arriba y los de abajo y apoyado con gritos.
Tras el evento, los asistentes, enérgicos ante el estimulante discurso de su presidente, no se cansaron de lanzar consignas, de aplaudir, de tocar tambores. En un arrebato de emoción, incluso prendieron fuego a la figura de Norma Piña y bailaron a su alrededor. “Piña, piñata, eres una rata”, cantaban.
Y, de igual manera en que se llenó, lentamente el Zócalo se fue vaciando. Entre risas, cánticos y lo que seguramente eran expresiones de satisfacción, a pesar del cansancio, por haber atendido el llamado del presidente, la multitud se perdió alegre por las calles por las que llegó, dejando una estela de basura a su paso, que personal de limpieza de la Ciudad no tardó en empezar a limpiar.
EAM
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