Una colisión de un caza de combate y un dron de vigilancia en el mar Negro avivó la tensión entre Estados Unidos y Rusia en otro cruce de acusaciones, mientras tropas ucranianas e invasoras redoblan ataques en Bajmut para echar al rival.
El gobierno de Joe Biden fue el primero en reportar un presunto derribo aéreo “imprudencial” tras una vigilancia de rutina “muy lejos de Ucrania”.
La Fuerza Aérea acusó que un SU-27 del Kremlin detonó la caída de un avión no tripulado MQ-9 Reaper, hecho que el vocero de seguridad estadounidense, John Kirby, tachó de “temerario”, pues sostuvo que no existía una amenaza y, sin embargo, sus representantes enfrentaron maniobras “poco profesionales” e “inseguras” en aguas internacionales.
En un informe más detallado, El Pentágono cuestionó la competencia rusa ante la situación. Y relató, con base en los datos del líder del Comando Europeo, James B. Hacker, que dos cazas del ejército asiático asediaron durante 30 minutos su MQ-9 —que no portaba armas— en su intento por interceptarlo cuando sobrevolaba aguas cerca de Crimea, hecho del que se notificó al presidente Biden.
Sin embargo, el nivel de confrontación escaló sin mediación en aguas que colindan con naciones como Ucrania, Rusia, Bulgaria y Rumania, pues el Kremlin pasó a una agresión “insegura”, al arrojar combustible y volar directamente hacia el dron en un acto que tacharon de “imprudente”, lo que provocó la caída de éste cuando uno de los aviones rivales tocó la hélice en un claro intento por estrellarse.
Y se precisó que el régimen invasor convirtió acciones de rutina en una escalada de seguridad.
Horas después, el régimen de Vladimir Putin desmintió la colisión y derribo al sostener que sus cazas ni siquiera hubo contacto con el objeto que violó su espacio aéreo, en referencia a la península que Moscú se anexó ocho años antes de invadir Ucrania, donde, acusa, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) quiere ejercer mayor presencia.
El Ministerio de Defensa desmintió a EU, según la agencia TASS, al precisar que sus fuerzas respondieron a una operación especial contra la nación con la que mantiene una relación muy tensa. Incluso, contradijo a las fuerzas de Biden al apuntar que no hubo un incidente, pues los combatientes “no usaron armas aerotransportadas, ni entraron en contacto” con el dron, pues tras vigilar el sobrevuelo ilegal retornaron al aeródromo.
Añadió que sí se le dio seguimiento al MQ-9 tras ser detectado por Fuerzas Aeroespaciales, pero no tuvo que ver con su caída al justificar que éste se precipitó tras “maniobras bruscas” tras “un vuelo descontrolado con pérdida de altitud”.
Pero EU recalcó que no hay forma de aludir un “incidente”, pues dijo que Moscú lo persiguió y provocó el derribo forzado en un acto que admitió muestra “patrones” de peligro, lo que contrasta con las operaciones que ambos han mantenido en aguas cercanas a uno de los territorios que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, insiste en recuperar en medio de la disputa que tiene como punto crítico en Bajmut, donde recalcó que no se retirarán hasta vencer al enemigo por su “importancia estratégica suprema”, mientras el grupo Wagner trata de avanzar.
Al respecto, el embajador ruso en Washington, Anatoly Antonov, dijo que esa acción evidencia que el “provocador” es EU, pues no hay razón para que sus aviones o barcos se acerquen a Rusia.
Tras reunirse con la subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Karen Donfriend, el diplomático refirió que lo de ayer fue deliberado, pues la unidad estadounidense volaba con los transpondedores apagados, una intención clara de evadir los radares. Sin hacer énfasis en el derribo, justificó la respuesta de la Fuerza Aérea al recalcar que debían actuar.
Además ironizó ante la prensa que no hubo amagos en la protesta formal de EU, pero “sí intercambiamos puntos de vista” ante lo que calificó como desacuerdos.
Este enfrentamiento ruso no es sólo contra EU, pues horas después Noruega informó que interceptó dos cazas procedentes de Moscú que superaron su espacio aéreo, por lo que implementó una “misión de reacción”, sin entrar en detalles en el plan de disuasión o represalias.
En tanto, las fuerzas de Putin no se intimidan ni cambian la mira, pues buscan fortalecer su presencia en Bajmut, mientras su ejército pretende nutrirse de más armamento, pues el mando militar, Serguéi Shoigu, ordenó acelerar la producción de misiles de alta precisión poco antes de la supuesta colisión, pues anticipan se prepara para una escalada.