El verdadero color de la plata es blanco. Como el del máximo calor y el máximo frío. Es también el color del primer alimento que recibe el hombre y el color de la luz.
William Spratling
Me cuesta trabajo entender por qué en este siglo, todavía cuando se habla de alguien, en muchos casos el “pero era gay”, cobra importancia en la narrativa. Me hace pensar por qué es tan importante, ya que una persona es mucho más que la elección que tenga para relacionarse.
Quizá es algo que viene arrastrándose de tiempo atrás, algo cultural que se permea de siglo en siglo, que toca los usos y costumbres de cada lugar, donde la mirada religiosa y social cobran una fuerza inusitada y rigen la vida cotidiana.
El siglo XX marcó una forma de pensamiento que arrastró de otros siglos, formas de interrelación entre pares y que conformó el mapa del mundo en la prohibición. Sin duda la sexualidad fue la que se llevó uno de sus mayores impactos, lo que generó una aversión, descalificación y juicio, sobre las elecciones de pareja que no entraban dentro de los estándares aceptados por la moral.
Cuando se hablaba de cómo debería conformarse una pareja estaba la referencia bíblica; Adan y Eva, hombre y mujer, si él era mayor que ella perfecto sino, en muchos casos entonces se ocultaba. El fin del matrimonio era la procreación de los hijos, y el gozo o el disfrute estaban fuera de la ecuación. El amor seguía siendo un anhelo de la literatura, los matrimonios en casi todas partes cobraban el tono de arreglos. (Desgraciadamente, hoy en día todavía sucede).
Lo demás no era bien visto, ni aceptado. La palabra “homosexual” se acuña en la segunda mitad del siglo XIX, en el ambiente médico, donde se consideró como una enfermedad, usando químicos para inhibir la pulsion sexual, generando un dolor profundo en muchísimas personas. Apenas hace poco, la homosexualidad logró salir definitivamente de la lista de trastornos, cuando en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS), la excluyó de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud.
“Gay” es un término de la segunda mitad del siglo XX y lleva matices de defensa y autonomía.
Así las palabras como desviación, sodomía, maricón, mayate, puto, cobraron tintes de pecado y de repudio, se apearon en el discurso colectivo como etiquetas que hoy todavía siguen vigentes, aunque hay que reconocer que hay más inclusion, pero falta muchísimo.
“Aquí a dos cuadras está el museo” nos dijo un policía, “el señor era gay…” no dijo un artesano, un hombre con talento, usó su orientación como referente, y eso desencadenó en mí, la curiosidad por tratar de entender por qué.
Si Guillermo Spratling era o no Gay no tiene ninguna importancia, su aporte a la orfebrería de este país es de suma importancia.
Escogió Taxco como hogar, este pequeño pueblo asentado en las ruinas de Tlashco, “lugar donde se juega la pelota” En 1929 cuando él llegó, era una vieja población minera solitaria en la intrincada sierra de Guerrero, cuyas barrancas definieron los callejones que suben y bajan hacia el centro del pueblo, con sus casas de uno o dos pisos y techos de teja roja.
Guillermo con su talento, lo convirtió en un pueblo mágico donde la plata se volvió fuente de creatividad. Vivió ahí más de 30 años, hasta morir en un accidente.
Fue arquitecto de profesión, nacido en Nueva York. Se convirtió en amigo e impulsor de la obra de Diego Rivera, para quien organizó una exposición en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York. Con las comisiones como representante de Rivera, compró una casa en Taxco.
Ahora las calles están impregnadas de su herencia, su dedicación al trabajo de la plata y su inquietud por innovar técnicas y diseños que contribuyeron significativamente al desarrollo de la industria platera, hoy ocupa un lugar destacado en las tradiciones artesanales del mundo.
Debido a su gran sensibilidad para percibir las inmensas posibilidades de la forma y el color, tradujo en plata las manifestaciones prehispánicas. El sentido de proporción, equilibrio y forma en las grecas, imágenes y símbolos de los pueblos originarios fueron su fuente de inspiración.
“Nunca copien una pieza, usen su capacidad creativa, sientan el material y conviértanla en una pieza única”. Una frase que seguramente usaba en el taller que fundó, llamado Las Delicias. Llegó a emplear a 300 artesanos, organizados bajo el modelo de los gremios de origen medieval, en el que los maestros se comprometían a enseñar el oficio a los aprendices, quienes después de varios años de madurar y perfeccionar diversas técnicas, subían de categoría o iniciaban sus propios talleres.
Para la década de 1940, era ya considerado una celebridad y sus diseños eran conocidos en todo el mundo, mientras que Taxco se convirtió en una ciudad próspera.
Los motivos con flechas, discos, nudos gordianos, jaguares y coyotes se entrelazaban con materiales como carey, azurita, obsidiana, amatista y palo de rosa. Piezas de joyería, vasijas, jarras, juegos de té, se moldeaban con maestría en manos de cada artesano de su taller.
Además de su trabajo como empresario y diseñador, lo caracterizó el interés por la defensa de monumentos históricos y la forma original de Taxco, así como su gusto por la riqueza cultural de México, el cual le llevó a conformar una importante colección de piezas históricas.
En 1949, un programa americano inició un intercambio entre el estudio de diseño Spratling y siete estudiantes procedentes de Alaska, para poner en marcha un taller similar en aquella región. Si bien el taller de Alaska nunca se convirtió en realidad, los motivos de los diseños de esa tierra, comenzaron a influir en su trabajo.
Más tarde, en 1945, perdió el control de la empresa, viéndose obligado a renunciar como director. Trasladó a sus artesanos a su rancho y ahí continuó su labor.
Su vasto acervo lo dedicó al disfrute público, conformó un patronato para crear un museo donde se exhibe una rica muestra de su trabajo en plata, elaborado a lo largo de tres décadas y piezas prehispánicas extraordinarias.
Su empeño por impulsar un diseño inherente a la cultura de nuestro país y una metodología de trabajo eficaz, desencadenó en el renacimiento de la platería mexicana, convirtiendo a Spratling en el padre de la joyería moderna en México e hijo predilecto de Taxco.
Me gusta pensar que después de conocer su talento y su amor por México lo demás queda a un lado, que sea simplemente Guillermo el talentoso diseñador, orfebre y apasionado ser humano con una creatividad extraordinaria. Sería maravilloso que cuando se hable de él, sea esto lo que dirija al interesado turista para llegar a su museo.
Hoy la modernidad se cobra la dinámica de una forma de vivir, y en medio de cientos de tiendas, se repiten una y otra vez las mismas piezas. Parece que se ha quedado relegado el tiempo donde usar las manos para crear, ha dado paso a una modernidad del cansancio, como la llama Byung Chul Han, donde el lema es ser eficaz y ser productivo, dejando la estética y la pasión por el arte, de lado.
“El artesano se ha convertido en una máquina, en un robot, en una máquina industrial de hacer montones. Entonces al hacer montones, el artesano ya no siente pasión por lo que hace, lo que le interesa es hacer más dinero”. Porque a mayor producción, mayor cantidad de dinero y va perdiendo sensibilidad, creatividad”… “Antes era arte, ahora son chatarras”.
José Saúl Numa Pineda
Por DZ
Claudia Gómez
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