La monja francesa Lucile Randon, conocida por ser la mujer más longeva del mundo, quien, además, sobrevivió a un contagio de COVID-19, falleció este martes a los 118 años de edad en su casa de descanso en la ciudad francesa de Toulon.
“Nos sentimos muy tristes, pero ella deseaba reencontrarse con su amado hermano. Para ella, fue una liberación”, contó el vocero de la casa Saint-Catherine-Labouré, David Tavella, a la agencia AFP.
La mujer, quien tomó el nombre de Hermana André cuando se convirtió en monja en 1944, fue reconocida por el Gerontology Research Group de California (traducido como Grupo de Investigación de Gerontología) como la mujer más longeva del mundo después del deceso en 2021 de la japonesa Kane Tanaka, a los 119 años.
Lucile Randon nació en Alès, Francia, en 1904. De acuerdo con la información que proporcionó en vida en entrevistas a medios, vio el inicio de las dos Guerras Mundiales, después de las cuales se dedicó a apoyar a huérfanos y gente desahuciada, actividad que llevó a cabo hasta pasados los 100 años de edad.
A inicios de la década de 2010, la Hermana André perdió la vista y la movilidad, lo cual la obligó a permanecer en silla de ruedas. También, en 2021, se volvió noticia por haber sobrevivido a un contagio de COVID-19, lo que la convirtió en la paciente más longeva en recuperarse de esta enfermedad.
En entrevistas a medios, Lucile dijo que el secreto para la longevidad es el trabajo: “La gente dice que el trabajo mata, pero el trabajo me mantiene viva; seguí trabajando hasta que tenía 108 años”, dijo.
AM