Las autoridades militares y civiles de la capital ucraniana trabajan para asegurarse de que todos los refugios de la ciudad estén abiertos y preparados para cobijar a los vecinos durante las alertas antiaéreas, después de que Rusia haya intensificado en los últimos días el calibre y la frecuencia de sus bombardeos contra Kiev.
Cerrar refugios durante la guerra, durante ataques aéreos tan intensos, es un crimen”, dijo el jefe de la Administración Militar de Kiev, Sergii Popko, que ha puesto en marcha una inspección general tras recibir quejas de vecinos que encontraron los refugios de su zona cerrados en las primeras horas del 16 de mayo.
Alrededor de las tres de la madrugada del martes, la capital ucraniana fue atacada con una de las oleadas de proyectiles más densas y variadas de los últimos meses, que incluía misiles balísticos y de crucero y seis cohetes supersónicos Kinzhal.
Todos los misiles fueron derribados por las defensas aéreas, pero el estruendo de las explosiones y la creciente frecuencia de este tipo de ataques provocaron aprehensión entre muchos habitantes de la ciudad, que, tras meses de ignorar las alarmas, volvieron a bajar a los refugios para encontrarlos, en algunos casos, cerrados.
La inspección puesta en marcha por Popko busca garantizar que todos los refugios sean localizables y que todos los ciudadanos y funcionarios encargados de abrirlos cumplan con su misión.
Menos misiles
El número de cohetes lanzados en un día contra Kiev y otras ciudades ucranianas lejos del frente sigue siendo ahora mucho menor que el que se registraba en el último tramo de 2022, cuando Rusia llegó a disparar hasta 80 misiles una vez por semana.
“Ahora, las fuerzas invasoras lanzan entre 20 y 30 misiles cada dos o tres días, alternándolos con ataques con (drones kamikaze) Shahed-136”, dice a EFE el analista militar Alexander Kovalenko. En los primeros 19 días de mayo, la capital ucraniana ha sido atacada con misiles y drones hasta en 10 ocasiones.
A diferencia de lo que ocurría en otoño y a principios del pasado invierno, cuando muchos de los proyectiles rusos alcanzaban sus objetivos, Ucrania ha acumulado gracias a sus aliados occidentales suficientes sistemas antiaéreos para interceptar la práctica totalidad de misiles y drones que Rusia lanza contra la capital.
Pero las intercepciones se producen a veces sobre zonas habitadas, y los cascotes de los cohetes y los drones caen en ocasiones sobre viviendas o provocan incendios y explosiones que ponen en peligro la vida de la gente.
Sótanos, aparcamientos y el metro
Todos los vecinos de Kiev tienen cerca de casa al menos un lugar bajo tierra en el que guarecerse cuando suenan las sirenas que alertan del movimiento de aviones, drones o misiles del enemigo que podrían llegar a la capital.
Los más de 4 mil refugios antiaéreos disponibles en Kiev son, en muchos casos, espacios subterráneos de los bloques de viviendas o edificios oficiales construidos durante la época soviética en previsión de posibles ataques de Estados Unidos y el resto de países capitalistas.
Tras décadas de abandono, muchos de ellos fueron renovados y equipados con baños y electricidad antes o inmediatamente después del 24 de febrero del año pasado, cuando Rusia comenzó su invasión a gran escala de Ucrania.
Algunos de estos refugios están dotados de sillas y camastros para los enfermos y los ancianos, y tienen a menudo zonas preparadas para que los niños jueguen, descansen y se entretengan durante las alertas, que en ocasiones se alargan durante horas.
Las paradas del Metro de Kiev y los túneles construidos para que los peatones crucen la calle también se utilizan como refugios, al igual que los aparcamientos subterráneos y los establecimientos comerciales como gimnasios o cafeterías que funcionan en los sótanos de los edificios.
Según datos de la Administración Militar de la ciudad, los refugios antiaéreos funcionales en Kiev tienen una capacidad total para 2,7 millones de personas, una cifra que coincide aproximadamente con el número de habitantes de la capital ucraniana.
Con información de EFE