Desde hace dos años se reveló que el papa emérito Benedicto XVI sufre erisipela, una enfermedad que complicó su estado de salud tras el retiro.
Fue su biógrafo, Peter Seewald, quien confirmó el padecimiento de quien se convirtió en el primer pontífice de la Iglesia católica en dejar el cargo en siglos. Se trata de una infección que se caracteriza por hinchazón y marcas rojizas, lo que provoca graves problemas en la piel al quedar expuestos a posibles infecciones y que comúnmente se presentan con otros síntomas como fiebre y dolor.
Además, de acuerdo con especialistas, ésta se presenta en pacientes adultos mayores con otras enfermedades crónicas como diabetes o problemas renales, lo que resalta ahora cuando su condición ha empeorado, hecho por el que el Papa Francisco llamó a la comunidad a orar por él y su recuperación al detallar que por esta enfermedad su antecesor tiene problemas en la mitad del rostro, a quien visitó en agosto pasado.
Seewald agregó que cada vez se le escucha menos al religioso, pero destacó que afortunadamente su capacidad intelectual y memoria, pese a su edad, siguen intactas.
Sin embargo, se reveló que Joseph Ratzinger fue declarado paciente “extremadamente frágil”, pues debido a su avanzada edad también tiene problemas de movilidad, por lo que se encuentra en silla de ruedas en el monasterio de Mater Ecclesiae, en El Vaticano; aunque uno de los voceros aclaró que su enfermedad podía ser dolorosa, pero no grave.
Incluso, líderes de la Iglesia católica desmintieron los rumores de que se encontraba al borde de la muerte, hecho que no evitó que se difundieran noticias falsas sobre su salud, pues hace cinco meses en redes sociales se reportó su presunta defunción, lo cual horas después fue desmentido al señalar que la supuesta cuenta del obispo de Limburg, Georg Batzing, era falsa.
Además, Seewald ha declarado en múltiples ocasiones que Ratzinger ya tiene redactado su testamento, mismo que según su voluntad se hará público en caso de fallecer.
AM
